La siguiente generación, la tercera, al incorporarse al negocio familiar, fue Candela Pau Alentorn, que entró a trabajar con su madre, María Alentorn, en la tienda de la calle dels Metges, el 1983. Poco más de una década después, el 1994, el tradicional comercio pasaría a la que actualmente es su ubicación actual, al número 40 de la calle Sant Antoni. María Alentorn se jubiló en 1999 y a partir de este año Candela se quedó al frente del comercio hasta día de hoy.
Después de de unos años de decadencia de la alpargata, el final de la dictadura y los nuevos aires que soplaban en el país, con renovadas muestras de vigor catalanista, llevaron la revalorización de la alpargata y la recuperación gradual del sector. Eran momentos en que la cultura tradicional y popular emergía de nuevo, de la mano de las danzas populares, o de los diferentes elementos folclóricos como los bastoners, los diablos, los geganters, o los mismos castellers. Todos ellos contribuyeron a proporcionar un nuevo tirón al negocio, en la hora que se abrían nuevas oportunidades de mercado. Porque también se hacían alpargatas para novios, o por niños y niñas que hacían la comunión.
Maria Alentorn explicaba a menudo la anécdota que durante unos años se enviaron alpargatas en los Estados Unidos. El motivo? Pues que vivía una vallenca que hacía muñecas de porcelana de medida real y las vestía con las indumentarias propias de cada región. Y está claro, a las catalanas se los ponía alpargatas.